martes, 30 de abril de 2013

Papeles de BRADOMÍN del VALLE (4)


CHARLATAN de CHARLATANES.

Decían que era el mejor de los vendedores de ferias; los llamados "charlatanes", subastadores, etc., etc. Que en su época sentó los cánones de la venta de quincallería en la calle: método al que otros muchos se adaptaron después. También se decía, que había ganado buenos dineros con su profesión, llegando a dilapidar toda su fortuna. Lo de siempre. Tópico, más o menos. A Oviedo vino en muchas ocasiones, desde las primeras décadas del siglo hasta el año 1934; por lo menos lo menos lo recuerdo por esas fechas, durante las fiestas de San Mateo cuyo ferial se estableció aquel año en los antiguos terrenos de Llamaquique. En la infancia, las cosas de este tipo resultan casi acontecimientos. En el año 1934, León Salvador, que así se hacía llamar, andaba ya en edad curtida, aunque bien conservado físicamente. Tipo alto, con tez morena de corte agitanado; vestía arregladamente tocándose con sombrero flexible. Utilizando la jerga al uso en estos casos, puede decirse aquello de "trabajaba bien"; de lo que no cabe duda es que su audiencia era siempre muy numerosa. Verle trabajar resultaba todo un espectáculo. Vendía o subastaba mercancía variada, pero su oferta estrella eran los relojes a precios inverosímiles. Decía que los fabricaban en Suiza, exclusivamente, para el y en enormes cantidades --vagones--, lo que le permitia abaratarlos. Son ya bastantes los años de la culminación de su paso por el mundo; época en la que --como ahora otras cosas--, tenían eco probado ciertos menesteres que se consideraban novedosos. También hacen historia los pequeños hechos que, si de transcendencia menor dan en encajar en la ciencia sociológica. En lo suyo, ha de valorarse a León Salvador como epígono.


    Cayo Fontán



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