miércoles, 9 de marzo de 2011

por el mundo del Fontán


Del azar.
Filantropía y socialismo se cruzan en el Fontán.

Arrimados a la pared de las Escuelas del Fontán, hacen cola numerosos indigentes. Esperan el reparto de unos lotes de ropa y enseres que, en su testamento, legó el circunspecto Marqués de las Junqueras. Rico y buen católico, quiso el aristócrata que heredaran los desheredados.
Los obreros del Municipio, que se dirigían al lugar de trabajo, cercano allí, al reparar en la fila de los hambrientos, se conmueven por tanta miseria; van hacia ellos y les socorren con algunas monedas. Los niños les miran con tristeza, y a medida que observan la cuantía del dispendio va aflojando el grado de pesadumbre. Pronuncian los beneficiados el lacónico ¡Dios se lo pague!. Silencio. Quedan los parias a la paciente espera. Fantasmas del dolor otean el ámbito. La pobreza es horrenda; pero ser pobre de limosnas amasadas con el sudor del trabajo hasta resulta bello.
Cuando ya quedan por atender pocos de los olvidados del bien cruza el lugar un nutrido grupo de trabajadores que van hacia el viejo Teatro, donde el compañero Pablo Iglesias y otros socialistas les hablarán de la ideología redentora. Las notas de la Internacional parten el silencio de la barriada.
Tan pronto sale del caritativo caserón el último inope, unos escribientes cierran puertas y ventanales, quedándose dentro del local, para formalizar el acta que da fe del cumplimiento del magnánimo reparto.
El almanaque señalaba la fecha 3 de marzo de 1892; año en que se abría la historia del socialismo ovetense.

De los primeros; mal que bien, la caridad y las correcciones sociales a través de los años fueron mitigándolo en parte. De la política; los déficit acumulados en su largo recorrido acabarían lastrando, no poco, su futuro.
Desgraciadamente, la empírica de la citada ideología nos vendría a demostrar lo poco halagüeño que resulto para nuestro devenir. Bien pasada la centuria de aquel acontecimiento, aquellos anhelos se trocarían en más de una decepción.

miércoles, 26 de enero de 2011

Por el mundo del Fontán.

                                                                       Plaza de Daoiz y Velarde


 Don PLÁCIDO LESACA.

 ¿Quién era Lesaca?. Un caballero que, desterrado a Oviedo por cuestiones políticas, emprendió aquí varios negocios y, acorde con sus ideas, tomo parte activa en subversiones auspiciadas por el progresismo; muy señaladamente, en los sucesos ocurridos cuando la revolución de Septiembre de 1868, formando parte del Comité del Partido Progresista. Integrado en la Milicia Nacional, estuvo al frente de las masas, mandando una compañía que años después salió en persecución de las fuerzas carlistas. Don Plácido Lesaca, en el 1875 concibió la idea de construir, por su cuenta y riesgo, un Circo de madera en terrenos que ocupaba entonces la huerta del Duque del Parque en la plaza de Daoiz y Velarde. El Circo aquel, un pabellón de regulares proporciones, tenía acceso por el portón que, aunque modificado, aún existe y da entrada a la calleja sita a la izquierda de la cochera de los herederos de San Feliz.
Inaugurado en 1876, ademàs de las indispensables funciones de circo -fuese o no Lesaca empresario exclusivo de ellas-, se dieron allí diversos festivales de baile y algunos que otros actos de carácter político. Incluso peleas de gallos. La duración del circo puede fijarse entre seis o siete años, pues, según se deduce de una noticia de prensa: "en 1881 andaba ya en decadencia. Siendo pocas, o acaso ninguna, las funciones de circo que entonces se daban allí. A lo sumo bailes de carnaval y alguna que otra fiesta". No obstante, puede aseverarse que por el pabellón establecido en el Fontán pasaron artistas que en la historia del circo figuran con calificaciones notables.
La prestigiosa COMPAÑÍA ECUESTRE de DÍAZ, en 1876 lo inauguró. En ella figuraba el joven portugués Enrique Díaz, quién, años más tarde alcanzó fama insuperable como adiestrador de caballos y artista ecuestre muy ponderado. Esta compañía cosechó en Oviedo muchos afectos y amistades pues durante aquella permanencia fueron muchas las señoritas ovetenses que, por las mañanas, acudían a la pista de Lesaca a recibir lecciones de equitación que solían dar padre e hijo, separadamente.
De carácter emprendedor y activo, además de la construcción del Circo del Fontán, fue uno de los primeros promotores de la construcción de la antigua Plaza de Toros del Fresno, y contratista de ella. Fundó la Empresa de Carruajes combinada con el Ferrocarril en servicio entre Busdongo y Oviedo, primero, y a Lena después, brindando siempre generosa protección a sus empleados y obreros.
Ya enfermo y falto de recursos, pasó Lesaca a Madrid cuando la Restauración; alcanzó modestísimo empleo en el Ayuntamiento y, en el lugar desde  el que hacia aquí viniera, acabó sus días, en Mayo de 1895.
La necrológica de Plácido Lesaca, publicada en "El Carbayón" (Oviedo, 17 de Mayo del  mismo año), que utilizamos en gran parte para establecer lo anteriormente escrito, finalizaba con estas palabras: "Y puede decirse que llevó resignado y con dignidad las contrariedades con que, en sus últimos días, le probó la suerte".
Otras de las actividades de Lesaca en Oviedo corresponden al rito masónico. En el año 1877, bajo el nombre simbólico de "Empecinado", era miembro de la logia "Luz Ovetense"; y en 1878, con idéntica nominación, en la logia "Nueva Luz". Y en cuanto a profesión, se le señala en ambas como propietario. Una rocambolesca historia en Oviedo, en unos años ciertamente difíciles.
   

lunes, 3 de enero de 2011

La Plaza del Mercado del Fontán: 


Es un mundo que no tendría explicación sin mi presencia, en un mundo en el que nada puede pasar  sin que yo lo sepa. Es reducido, limitado, sucio al atardecer, limpio cuando amanece. Yo soy lo mejor de la plaza, dicho sea con perdón. Aquí, entre estas casucas. corcovadas, caducas y seniles, viví y quise morir. Al lado de mis amigos doña Iluminada, don Sincerato, Colás, Nachín de Nacha. Y por encima de todos, Herminia, sin la que yo no podría ser yo mismo. Ella lo fue todo para mí y yo para ella.  No olvido a Vespeciano, Don Juan de vía estrecha y trasero saledizo a quien debo la felicidad, el honor y la honra. Soy bien poca cosa:

Juan Guerra Madrigal "Tigre Juan". 




                                               Foto: Alberto Schommer














                                                                                                              

Por el mundo de El Fontan.

















Plaza Daoiz y Velarde, nº 4 (hoy nº 1).



Edificio con mucha historia. Primera edificación en 1792, fecha en la que fue construida la plaza del mercado interior, que mereció el elogio del insigne JOVELLANOS. Sesenta años después (1852) fue reedificado, haciéndolo con la instalación, en piso superior, de largos corredores en fachada a ambas plazas. Hagamos un poco de historia.
Sábese que el propietario en 1852, -fecha en la que se agregó el piso segundo con el corredor de balaustrada- era don Manuel Toyos Moran (Arch. Municip. C. Invent. T-1). Posteriormente paso la propiedad a doña Ana María Toyo, a la cual heredaron varios parientes. Hacia los últimos años de la década de 1940, vi la luz por primera vez en la citada mánsión. Mas tarde, durante un buen puñado años, anduve de correrías infantiles por El Fontan. Recuerdo bien todo aquello. 
Mas cosas. En este edificio estuvo la tienda del popular "Tigre Juan". Ocupaba uno de los huecos (pasaje), que comunicaba la plaza interior con la de Daoiz y Velarde. En la segunda instalaba "el Tigre", bajo los arcos, un puesto ambulante. Pegado a aquella tenia el comercio la que fue en Oviedo muy conocida: BIBIANA. Adosada a esta (en dirección a la parte del Teatro), estaba la de la señora que era conocida como "CARLOTINA la resalada". Años después, los dos locales, ("Tigre" y doña Carlota) los ocupó el comercio de BIBIANA. Obvio es decir, que estos personajes fueron trasuntados por Pérez de Ayala en su TIGRE JUAN y EL CURANDERO DE SU HONRA. 
Posteriormente, -sobre los años 1950/70- en los bajos de esta propiedad, tuvieron vida otros negocios, a saber; esquina Fierro con Plaza Daoiz y Velarde; tienda de comestibles "CASA PEDRO", mercería y mas tarde pescadería; siguiendo por la plaza hacia abajo, bar "La Flor de Tiñana (Casa el Marqués)"; locales que ocupaban la planta baja del inmueble. En la actualidad ocupado por el Restaurante Casa Ramón.
Casa con mucha historia. Dijimos.